lunes, 22 de agosto de 2011

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No tener aspiraciones en la vida ni planes a futuro es muy complicado. Cuesta más trabajo justificar y/o validar nuestras acciones cuando no se tienen razones reales para estarlas haciendo.
Eso, cuando se tiene la suerte de estar ocupado - nada más terrible que tener tiempo y no saber cómo llenarlo. Sobre todo cuando tu cabeza no se calla.

(Por la santa madre de dios emo, nunca, nuuunca se queden sin nada que hacer).

Como soy de las personas que creen firmemente que se haga lo que se haga, de todas maneras nada valdrá la pena y nada cambiará, hace unos meses pensaba que (de seguir estando viva) me conformaría con encontrar un trabajo que me permitiera pagarme mi sistema de televisión por cable, mi conexión a Interne', unos cuantos libros cada cierto tiempo y la ocasional ida a ese local del centro a donde me gusta ir para comerme mis sentimientos.

Ahora no me siento tan convencida.

Sí, como se dice en Stranger than fiction, no son los grandes eventos, sino las pequeñas cosas las que nos salvan la vida y nos permiten seguir, adelante o a donde sea.

La pregunta es qué tanto se debe esperar de las pequeñas cosas. Qué tanto se puede depender
de ellas.
La pregunta es cuántas veces puede ser salvada una (misma) vida.

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