La gente es estúpida. Las personas no valen la pena.
Porque uno espera cosas de ellas. Cualquier cosa. Cualquier idiotez. Una felicitación. Ayuda con la tarea. Una invitación. O cosas más grandes. Un riñón. Un abrazo. Palabras de aliento. No importa. Cada quién le da diferente valor a las cosas. Ése no es el punto. El punto es que la mayoría de las personas no darían ni 50 centavos por ti.
Ponte a pensar. De toooda la gente a la que conoces, ¿con quién de verdad cuentas? Me sorprenderé si alguien puede nombrar a más de seis personas.
(En mi caso particular, sólo cuanto con cinco personas. Sólo cinco de entre no sé cuántas chingadas personas de verdad están conmigo.)
El hecho de que cuento con cinco de entre mil ocho mil personas, obviamente, no es muy bonito. De hecho, me hace sentir muy, muy mierda. Porque me hace preguntarme si no habrá algo mal conmigo. Debe haber algo malo en mi persona, como para que tan pocos individuos me aprecien de verdad. Así es. Pensar en la gente me hace sentir que soy un asco.
Por eso las personas son estúpidas.
Y obviamente, yo también soy una estúpida.
Por darle tanta importancia a los demás.
Y porque, aunque ya la conozco, aunque ya sé cómo es la cosa, aún así me quedo esperando como imbécil cosas de la gente.
De hecho, creo que eso me hace aún más idiota.
PD Gracias a ustedes cinco. Por ustedes llegué a los 20 años. Neta.
3 comentarios:
Quizá todo radica en no esperar nada; así, si un día algo recibes te sorprenderá. M.
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