Pocas cosas hay en la vida que me den tanto asco como los caracoles y las cucarachas. Supongo que es por eso que, cuando una de mis tías regiomontanas decía algo de los cucarachos voladores, simplemente creía que me estaba choreando - de por sí cucaracha, ¿¡y además vuela!? Me rehúso a creerlo, es demasiado horrible.
Para mi consternación, tuve la desgracia de enfrentarme a tal horror durante mis vacaciones.
Salía yo de mi regaderazo de medianoche (pa' combatir el calor) cuando escuché unos como golpecitos en la sala. Asumí que era una pobre polilla estampándose contra el foco (qué idiotas me han parecido siempre, las polillas) y me dirigí al lugar, dispuesta a auxiliarla a salir.
Oh, terror! Lo que se está estampando, y contra la pared inmaculada (recién pintada!), es una maldita cucaracha, o más bien, un jodido cucaracho volador (allá son masculinos). Mamaaá pero ni a quién gritarle, toda mi familia está dormida.
Regreso al baño y tomo el primer insecticida que me topo y rocío hacia el infecto insecto. ERROR es insecticida común y corriente, y lo único que logro con ello es que deje de chocar contra el muro y comience a volar en círculos. Oh, carajo, ¿¡qué es lo que quiere!?
Corro por el insecticida verde y apestoso, que extrañamente es de atomizador y no de spray, regreso a la sala y chillo - la cosa esa vuela directo hacia mí! Mi instinto de nena chillona me ordena cubrirme la cara; por pura obra y gracia de san Charmín al subir mi brazo aprieto el atomizador y la descarga le da de lleno. Eso lo obliga a alejarse, pero nada más.
Pensando que puedo acorralarlo, lo persigo, planeando echarle otra rociada. Mas lo intuye, y en vez de volar, corre hacia el otro lado. Yo estoy descalza, así que brinco como estúpida (que no me toque, que no me toqueee!) y el maldito insecto rastrero (como dice el insecticida) se acomoda en lo alto de una pared, en una posición ventajosa respecto a mí. Creo que sabe que si vuelve a acercarse volando, caeré presa del terror y ya nada podré hacer.
Tomo aire y me arriesgo, tal vez sea mi última oportunidad - rocío con ambos insecticidas (la que no estaba panickeada), logrando que caiga al suelo. De haber sido mi padre, lo hubiera pisado, pero yo no me atrevo (guácala). Así que lo rocío con más insecticida verde.
Llega el momento cruel. No sé si alguien ha sido lo suficientemente desalmado como para haberlo presenciado previamente; si sí, sabrá entonces que, al ser rociado, el insecto queda patas arriba (algún biólogo o químico que pueda decirme el por qué?) y se retuerce por unos momentos, lo cual es bastante desagradable de ver. Y, pues el pobre bicho se retuerce y se retuerce pero pasa el tiempo y el muy cochino NO SE MUERE. Y no se muere.
Yo ya no sé qué hacer. Me gustaría brindarle una muerte instantánea y ahorrarle la agonía (después de todo, fue un gran contrincante), pero esto está más allá de mis capacidades. Así que vuelvo a bañarlo en sustancia tóxica y con ayuda de una escoba, lo arrojo hacia afuera.
Supongo que podríamos declararlo un empate técnico: no me consta que haya fallecido (después de tres rociadas de insecticida verde y dos del normal! era - es? - un valiente), y yo comprobé (demonios) que los cucarachos voladores existen.
Espero no haya sobrevivido, ¿qué tal si consigue refuerzos y vuelve por mí, a cobrar venganza?!