Llevo dos meses asistiendo a mi seminario de tesis. Después de las primeras sesiones me daban ganas de llegar a mi casa y echarme a chillar; me estresaba mucho ver a mis compañeras trabajando en sus investigaciones tan de lleno, cuando yo ni siquiera sabía de qué ponerme a leer.

Pasadas las semanas, me di cuenta de que lo que me estresaba no era no tener tema, era ver a mis compañeras tan apasionadas por los suyos. En ningún momento durante mi carrera algo me pegó taaanto como para ponerme a trabajar en ello, como a todas ellas.

Un día, en el elevador, le comentaba eso a una chica que lleva trabajando como tres años en su tesis (porque se la vive sacando y metiéndole cosas), y lo que me dijo fue

es que no te has encontrado a ti misma, cuando lo hagas, sabrás por dónde ir y verás que inmediatamente querrás trabajar en ello.

Después de algunos días de pensar en ello, me di cuenta de que sé suficientemente bien quién soy, no necesito descubrirme. Y sé que de ahí no va a salir nada.

El problema es que, cuando elegí mi carrera, nunca tomé en cuenta que hay algo que aparentemente yo debía sentir si de verdad ésa era mi vocación, y ese algo es amor por la humanidad, o al menos, fe en ella.

A mí el grueso poblacional ya no digamos que no me inspira ni tolerancia, me asquea.