Iba saliendo del metro cuando un adolescente se me acercó. Algo dijo, pero como traía los audífonos puestos, no supe qué fue. Me los quité, pensando en que me estaba preguntando la hora o algo así, cuando me sale con
Bueno amiga, pásate el celular, o ya sabes.
El dude era bastaaante enclenque, así que iba a decirle que no, no sabía, cuando sacó una navaja. Uuuh, no soy muy fan de ver sangre, y menos si es mía, así que le pasé el celular.
Demonios. En la bolsa donde traía el celular venía mi monedero. Lo notó y me dijo
Sigue caminando que me vienen siguiendo
oh genial
y pásame tu dinero también.
Nooo mi dinero de toda la semana nooo.
Me le quedé viendo con cara de odio (maldita sea su navaja) y le dije
Me voy a quedar con lo necesario para llegar a mi casa
porque no jodan, estaba como a una hora de distancia en RTP, y empecé a contar monedas (en el RTP no dan cambio...)
Se desesperó, agarró lo que pudo (o sea, todo menos $6), y me dijo
Yo aquí me doy la vuelta, tú crúzate la calle a la izquierda
Aaaah sí? Nel ni madres, ahí viene el RTP, yo ya me voy...
Y me fui.
(Jajajaja sí, ya sé. Qué me pasa. No sé. Como que en el momento no reaccioné a los eventos.)
Uuugh llegué a mi casa muy triste, - ya no tengo reproductor de música!
Después, obviamente, me enojé...
Pero hoy, ya no me siento tan mal. El celular que el muchachillo me quitó no sólo era más arcaico que mi pijama de dálmatas, si no que ya no servía; yo sólo lo traía porque escuchaba música en él, y porque lo usaba de reloj (y de despertador). Y los audífonos que se llevó con él, estaban pegados con cinta micropore.
Algo me dice que, cuando los dudes que lo mandaron a robarme y nos venían siguiendo (jaja) vean lo que me quitó, se lo van a madrear.