sábado, 31 de mayo de 2008

Una semana después

nothing here is selfless
Peter Hayes


Aaay ya pasó una semana.

Y la estupidez no se me baja.
De verdad me sorprende lo idiota que he andado por la vida últimamente.

Pero me sorprende más el que no me haya llegado aún la depresión post-concierto.

Lo que sí me llegó es una extraña sensación de insignificancia.

Me siento rarísima...

A pesar de que el concierto estuvo muuuy bueno, ooobviamente mi experiencia con Robert (ni siquiera sé cómo llamarla) tuvo un mayor impacto en mi existencia. Y sé que decir que tal experiencia cambió mi vida suena exagerado; pero no lo es tanto ya bien pensado.

Describo la experiencia como bizarra. Ésa es la palabra. Fue extrañísimo tener a Robert tan cerca cantando canciones que me dicen tanto. Porque eso provocó que se volviera más lejano.

Uno pensaría que sería al revés. Que me sentiría unida, conectada, o lo que sea. Pero no. Porque, aunque tal vez para gente más madura que yo sea bastante obvio, yo, hasta ese momento, no había pensado nunca que esas canciones no habían sido escritas para mí - no fueron escritas pensando en mi persona.

Esas canciones significan cosas para mí independientemente del sentido que Peter y Robert les dieron al componerlas. Y para mí era natural pensarlo así porque eran (aún lo son) como inalcanzables. A pesar de ser mi banda favorita for ages, creo que no pensaba en ellos como personas. Los pensaba como miembros de la banda solamente. Sí: los pensaba, pero no pensaba en ellos.

Ver a Robert tan cerca cantando lo que él sentía con sus canciones me dio pánico. Taaanto que yo dependo de ellos para sobrevivir, y ellos ni siquiera saben que existo. Aún no lo saben. Tal vez me vieron y hablaron conmigo. Pero no están conscientes de mi persona. Y es recíproco - no los conozco. Sus vidas son ajenas a la mía.

Y me sentí increíblemente vulnerable. Soy dependiente de tres personas que no saben que soy!!! (que yo soy, no qué cosa soy). De alguien que en tres semanas no recordará mi cara. De alguien para el que conocerme no significó (casi?) nada.

Qué raro fue darse cuenta del poder que tres personas desconocidas tienen sobre mí sin saberlo.

Ahí me llegó mi sensación de insignificancia.

Y después recordé que a Robert le brillan los ojitos cuando habla de Bob Dylan como a mí me brillan los míos cuando hablo de él. Y me di cuenta de que él también es insignificante. Él también es como yo, aunque para mí sea inalcanzable.

Por eso mi sentimiento de insignificancia no me deprimió.

Y el reconocerme en él de esa manera provocó que hoy lo quiera más. De otro modo, quizás; pero ahora le guardo más cariño. En cierto modo, al humanizarlo se alejó más de mí porque en realidad no lo conozco, pero comencé a quererlo más, aunque no sea por él per se. Sí, eso fue lo que pasó, en resumen.

Y además... tal vez hoy vea a Peter, Robert y Nick muchísimo más lejanos que antes.

Pero aún me quedan sus canciones.
Y por ello mismo, ahora significan más.
Porque ahora son más mías.

Así que, sí...
A pesar del tono melancólico de este blog, sigo bastante contenta.

Gracias de nuevo, Robert. Por saber expresar lo que siento.

2 comentarios:

verónicabas dijo...

.... :'( ....

Anónimo dijo...

:(
pero qué manera tan filosófica de ver las cosas, eso de humanizar es muy cierto.. humm nadie los ve como personas, pero que bonito que tu ya lo hayas logrado, es dificil, es música y punto